Discoteca Six Dogs

El periodista musical Carles Novellas (Radio 3, Rockdelux) explica en el documental BCN, ¿sello discográfico? (2014) que se habla de la escena de una ciudad cuando se cumplen estas características mínimas: que haya una tienda de discos, un par de clubs y 4 ó 5 músicos con cierta proyección internacional. Hoy vamos al club.

Clubbing en Atenas 4
Foto: Revolt!

¿Qué es el club si no un sentimiento de pertenencia, un lugar cálido o un espacio en el que sentirse libres? En él se dan momentos únicos como, por ejemplo, mostrarle al/a DJ tu admiración con un aplauso silencioso y actuado, y que te lo agradezca. Esta y otras experiencias las he vivido en una discoteca de Atenas por la que sentí amor a primera vista: Six Dogs.

Six Dogs. Foto: Revolt!
Six Dogs. Foto: Revolt!

El Seis Perros se encuentra en un callejón colindante a una de las principales plazas de Atenas y a la estación de metro de Monasteraki. La disco es de tamaño mediano; me recuerda a la sala Dabadaba de Donostia. El lugar es acogedor y está indirectamente dividido en dos mitades por medio de columnas: parte de barra y parte de pista de baile. La acústica es buena. Sobre las cabezas de lxs asistentxs se encuentra una gran bola de discoteca. He acudido al club en tres ocasiones, todas ellas fiestas del colectivo Revolt. Quien vaya a una de estas comprobará que son noches de electrónica centradas, mayoritariamente, en el vinilo. Los DJ residentes de estos eventos son Nausicaä, DJ Gus y Liou. Además, suelen traer a artistas invitados.

Foto: Revolt!
Foto: Revolt!

La primera fiesta a la que fui contaba con los residentes y con una visitante reconocible, como es la madrileña Sugar Free. Recuerdo un buen pre y post de los residentes, y un set un tanto machacón de la ibérica. La segunda fiesta a la que acudí fue propia de coincidencia histórica, ya que el colectivo celebraba su primera década. La noche contó con una organización propia de las grandes ocasiones; la primera parte se dio en el sitio habitual seguida de un afterhours ya preparado en el club Hadoken. A la segunda parte no pude llegar por tener que cumplir con la visita de allegados.

Nausicaä en Six Dogs. Foto: Revolt!
Nausicaä en Six Dogs. Foto: Revolt!

El cartel fue un allstars de los propios y de satélites, a parte de los habituales AM, Kay y John Dimas. Además, una visitante de lujo: la suiza Sonja Moonear. La música estuvo a la altura del redondo aniversario y el set de Moonear subió el tono de la noche. La tercera fiesta – ya entrados en temperaturas veraniegas -, contó con los habituales y además los visitantes Stoz de Salónica y Eleou de la isla de Corfú. Destacó el primero, del sello PRISM, con una sesión de electrónica de ruiditos (poca voz) y algún que otro momento con trazas a Boars of Canada, pero nada aburrido. El post con los residentes en B2B2B fueron solo bangers.

Sala Romantso. Foto: Revolt!
Sala Romantso. Foto: Revolt!

Otro sitio interesante es el centro cultural multidisciplinar Romantso que cuenta con una sala-sótano de aspecto industrial. El local se encuentra en el barrio de Omonia que, como ya dije en el primer número, me recuerda al Raval de Barcelona. La vez que fui pincharon synth-pop y, a continuación, un techno exigente.

Otro sitio guay es el B-side (en griego Μπη σάιντ). Se trata de un bar en la zona de Exarcheia centrado mayormente en el público techno. El lugar, por estar abierto al exterior, permite que la gente escuche la música desde dentro y fuera. Eso hace que sientas que estás en una plaza. También se pueden escuchar otros estilos, como el drum & bass.

Concierto Nils Frahm

¡No os estaba mintiendo! Foto: Alex Petsavas (Plisskën Festival)
¡No os estaba mintiendo! Foto: Alex Petsavas (Plisskën Festival)

Música de dioses en el teatro de Herodes, teatro griego que se encuentra al lado de la Acrópolis. A Nils Frahm tuve que conocerle antes de ir. Para ello, me compré el aclamado disco All Melody (2018). Javier Blánquez en Loops 2. Una historia de la música electrónica en el siglo XXI (2018), le menta: “entiende el piano igual que un instrumento (…) al que se le pueden extraer posibilidades inesperadas, (…) como secuenciador o como un instrumento de percusión”.

Estamos en el ambient.

La calurosa tarde apenas respira en sus despedidas. Los bancos son los mismos que en los que se sentaban los antiguxs helénicxs: hileras sin respaldo perfectamente calculadas para que las piernas de los de atrás no se den con la espalda de los de adelante. Se nos concede un cojín. En el centro del escenario se encuentra un aparataje compuesto por pianos de pared y botones como si fuese una sala de máquinas.

A escasos minutos del anochecer y con un aforo completo sale el artista. Las canciones de Frahm son sesiones de quince minutos en las que alimenta una acumulación de capas proyectadas artesanalmente. El in crescendo es lento y puntilloso, pero, una vez hierve cual olla a presión, deja al público sin salida alguna. Un bis reconocible para el resto de los asistentes da final a una jornada con poso seguro.

  • En esta entrega ha participado Patricia Belmonte.